jueves, 16 de agosto de 2007

La Estrategia del Capital en los Años 90

Autor: Nicola De Maria* (mayo de 1998)
(Editado por I libri di Senza Censura. Traducido del italiano por H. Lira T.)

La nueva Organización del Trabajo Toyotista:
I Just in time e intensificación del trabajo

Hacia fines de los 80 la inversión en tecnología se centraba en la informatización del proceso laboral, y en particular en la introducción de la llamada automatización flexible. Esta última, por un lado, dio lugar a una mayor integración de los procesos productivos, de manera que al reducirse los tiempos reproducción se generó una economía de capital circulante[1] (i. e. en el consumo de energía, materiales, etc.), y procurar un aumento del tiempo de empleo de las máquinas. Pero, por otro lado, la organización del trabajo seguía siendo sustancialmente de tipo taylorista, la que ya no dejaba margen a una real intensificación de la productividad del trabajo: el aumento de la productividad se buscaba más bien a través de la disminución de los puestos de trabajo y la eficiencia de la nueva maquinaria. La reducción de la importancia de la iniciativa del obrero al interior de la producción fue en la práctica uno de los objetivos inmediatos de la reestructuración tecnológica.

Por otro lado, la automatización flexible fue un intento de conjugar grandes escalas productivas con lotes diferenciados de mercancías de manera de conquistar nichos de mercado y obtener así ganancias extras con la irrupción permanente de productos nuevos en segmentos de mercado donde hasta entonces no existía competencia, en una fase en que esta última, en los segmentos tradicionales, era más aguda a causa de la crisis y de la saturación de los mercados. La informatización permite darle a las líneas de producción la flexibilidad y adaptabilidad necesarias para alcanzar este propósito. Se abre así la posibilidad de vender las mercancías por sobre su valor individual, pero, gracias a que la innovación no se ha generalizado aun, por debajo de su valor social[2]. Sin embargo, este proceso, al cabo de un corto tiempo, a causa de la reacción de los competidores, provoca una guerra de precios. Sólo una escala de producción bastante amplia, que a su vez supone un mercado en expansión, podría compensar –con una mayor masa de ganancia y con economías de escala- la necesaria caída que ello provocará en las tasas de ganancia.

El toyotismo introduce algunas innovaciones –principalmente organizativas- que se adaptan perfectamente a la automatización flexible y a las exigencias a que ella debe responder. Permite hacer lo que el taylorismo ya no podía. Los dos pilares del sistema Toyota son el just in time y la autoactivación (autoattivazione).

El just in time se funda en un simple principio organizativo por el cual el flujo de información que regula el proceso productivo va a contracorriente del proceso real: en lugar de proceder –como en la producción en cadena- desde arriba hacia abajo[3], procede de abajo hacia arriba, haciendo llegar las piezas exactamente en el momento y lugar en que deben ser empleadas, sin holganzas ni pausas, eliminando el tiempo que los materiales y los equipos están ociosos, sometiendo así a la mayor tensión posible al trabajo vivo. El just in time es un método permanente de presión mental sobre el trabajador, al que se le exige una responsabilización directa con el proceso productivo, poniendo en evidencia cualquier ineficiencia en que incurra. Por su parte, la auto activación apunta hacia una distinta relación hombre-máquina, con puestos de trabajo polivalentes en que el obrero se torna multifuncional, utilizando la cantidad de máquinas que sean necesarias a las exigencias de la producción.

El toyotismo presupone una clase obrera doblegada y sumisa, el debilitamiento de los contratos colectivos, y la reducción del sindicato a sindicato a sindicato de empresa neo corporativo. El toyotismo, para hacer frente a la crisis de las tasas de ganancia, crea las condiciones para un continuo cambio de los métodos de producción, respondiendo así a las necesidades de la actual fase de desarrollo del capitalismo.


II Subcontratación y prolongación de la Jornada Laboral Social

Pero las innovaciones introducidas por el sistema Toyota no operan sólo en el ámbito de la gran empresa capitalista. Unido a las nuevas tecnologías informáticas, este sistema permite una vasta descentralización territorial del proceso productivo mediante el uso masivo de la subcontratación. El just in time se aplica también hacia afuera en la relación con los proveedores subcontratados. Se le impone a las pequeñas y medianas empresas sub proveedoras un sistema de incentivos que estimulan la innovación permanente y les obliga a una continua racionalización de la actividad laboral y de la gestión productiva so pena de rescindirles el contrato. Las nuevas tecnologías informáticas y comunicacionales permiten a las grandes empresas centralizar y coordinar la red de subcontrataciones. Se crea así un modelo de empresa en red con la gran empresa al centro y en torno a ella, repartida en círculos concéntricos, la red de las empresas sub proveedoras. El elemento principal de este modelo es que a medida que se va del centro a la periferia del sistema, las condiciones de trabajo van quedando cada vez menos sometidas a cualquier tipo de regulación laboral. De aquí la enorme precarización del trabajo que caracteriza a este modo de producción; la extensión del trabajo precario tiene como propósito y efecto principal la prolongación de la jornada laboral social, esto es, la producción de plusvalía absoluta, sin ninguna limitación de orden contractual. Así, cuando se considera el tiempo de trabajo contenido en el producto final de la fábrica Toyotista, no basta tomar en consideración la jornada laboral del centro (o sea, de la fábrica misma), pues se debe tomar también en cuenta la jornada de los trabajadores que, desde el centro hasta la extrema periferia de la red, contribuyen a la formación y valorización del producto final.

*Militante de las Brigate Rosse, preso en Italia desde 1974.
[1] Aquella parte del capital constante que pasa en su integridad a formar parte de la nueva mercancía producida. (N. del traductor).
[2] En los capítulos 9 y 10 del tomo III de El Capital, se halla una exhaustiva explicación de estos conceptos. (N. del T.).
[3] da monte a valle.